En un pequeño agujero en la pared de la habitación de un niño vivía el Ratoncito Pérez.
No era un ratón cualquiera; tenía una misión muy importante: recoger los dientes de leche que se les caían a los niños y dejarles una moneda a cambio.
Una noche, visitó la casa de Bubi, un niño al que se le había caído su primer diente. Bubi lo había dejado cuidadosamente debajo de la almohada.
El Ratoncito Pérez, con su saquito y su escalera, se deslizó sigilosamente en la habitación, tomó el diente y dejó una brillante moneda en su lugar.